Siempre me había sentido afortunada de tener pueblo, y no sólo uno, sino dos, el de mi madre, en Portugal, cerquita de Galicia y el de mi padre en Guadalajara, a sólo 75′ de Madrid.
Desde pequeña he visto como gallinas, conejos, cerdos crecían, he ido a recoger patatas, cerezas y cada vez que he necesitado fresas para un batido o un tomate, cebolla y lechuga para la ensalada sólo he tenido que bajar las escaleras, entrar en el huerto y arrancarlos yo misma, mi marido friki la primera vez que vino no se lo podía creer y me lo preguntaba: «pero de verdad que bajo yo y lo arranco?» No daba crédito y por supuesto, ahora está encantado.
Además he pasado veranos con la bici para arriba y para abajo, haciendo guerras de globos de agua en la plaza y marchándome a casa a las 12 cuando el reloj del ayuntamiento tocaba.
Pero este verano más que nunca me he dado cuenta de lo maravilloso que es, gracias a los días que paso aquí puedo dormir fresquita y despertarme con el sonido del gallo y no acostarme sudando y despertarme con el ruido de los coches de Madrid.
Además, hemos aprovechado la barbacoa más que nunca y en una semana llegamos a hacer 4!!! Y de lo más variadas, un día sardinas, otro día chuletones, y el resto os podéis imaginar: butifarra, panceta, chorizo, alitas… yo decía: lo mío pasadito por favor y fina me ponía!!
El marido friki se ha echado alguna que otra siesta en la hamaca, a mí siempre me ha parecido un poco traicionera, así que yo ni me acerco, por si acaso…
El carro, llegó hasta aquí desde el pueblo de mi madre, por aquello de tener una parte de su pueblo en este que es donde pasamos más tiempo (mi padre siempre ha sido muy detallista con estas cosas), os lo enseño porque me encanta, de hecho dentro de casa hay una mezcla de decoración de cosas que hacen relación a las dos familias que mi padre se ha currado de lo lindo en estos años, pero el carro es de mis favoritos.
Sólo estar aquí te da tranquilidad, un poquito de piscina, comida sana de la huerta, charla con las amigas, paseo antes de la cena y luego un heladito o unos Colonos por la fresca, sonará aburrido pero se me pasan los días que ni me entero.
Así que todo apunta a que esperaré a Daniela aquí hasta el final, a pesar de las visitas semanales a Madrid para ver que todo sigue en orden, tanto la matrona como mi ginecólogo me han recomendado que disfrute del aire del campo y del relax de las tierras alcarreñas.
La verdad es que si!
Pues en verano y embarazada ni te quiero contar! 😉
Si es que ése pueblo parece chulísimo, seguro que te viene bien ése aire puro 😀
Es muy chulo! Y en verano se llena de gente, además hay muchísimos niños!
Entonces ideal para los veranos de la peque 😀
Ya le he dicho al abuelo que busque ubicación para el columpio 🙂
Que suerte de disfrutar de un pueblo pueblo. Nosotros no tenemos, o al menos no lo consideramos como tal porque no tenemos casita baja ni huerto ni esas cosas tan de pueblo! Pero ya sabes que estamos en búsqueda de #pueblitobueno de adopción.
Disfruta de la vida slow y aprovecha tus últimas semanas de embarazo, que luego se echa de menos 😉
Pues aquí tenemos casa rural y las fiestas son la última semana de agosto, puedes ver más fotos en Foursquare, busca «Solanillos del extremo» 😉
Intentaré disfrutar pero ya me va costando… Gracias
Uy si tener pueblo es una suerte, yo no l he valorado hasta que he tenido hijos. Nunca es tarde si la dicha es buena…